Estamos en Humberto, Marian (Malicha) tiene que resolver un juego de mesa, de ingenio. El juego es un tablero con colores, donde hay que colocar piezas que tienen colores, formas y frutas, en el orden correcto, según las notas de una canción que toca un bot dentro de la casa. Cuando el bot toca la canción, una torre del tamaño de una estufa a cuarzo, va iluminando las velitas horizontales.
Marian/Mi hermana Fer, lo hace como puede y termina la prueba. Quiero probar si me sale, pero mi viejo me dice que no. Le digo que si quiere juegue él, así yo luego me lo llevo a casa, y él me dice que mejor juegue yo, que él se lo quiere llevar a casa. Todo discusión. Intento empezar pero ya veo que no voy a tener tiempo así que empiezo a guardar las piezas y se lo doy, re caliente. Le digo “Ya fue, se me fueron las ganas de hacerlo a las apuradas”. Él se enoja porque se siente culpable y me pellizca los brazos. Yo me defiendo y le pellizco las tetas. Él se sorprende de que me defiendo y le doy una mirada que dice “Ya soy grande”.
Nos interrumpe un ruido súper fuerte, como un golpe hidráulico en el asfalto. Miro para arriba y es un juguete robot gigante, es Astro Boy con los colores de Batman. Pienso que a Panu le encantaría. El juguete está trepando por una pared lateral, lo veo por la ventana como va hasta el frente de la casa, se para en lo que sería el medio del patio y da un golpe con un arma y rompe el techo sobre la pensión. Se escuchan los gritos de la gente. Me quedo mirando, escondida atrás de una cortina. Mi viejo dice “Corran! Que nos quieren llevar a otro lugar!”, pero yo le digo que espere, que quiero ver porque sé que, si nos llevan, no es para tanto.