Vamos a un río, una reunión familiar pero del trabajo. Voy en un jetsky con alguien, a dar una vuelta. Cuando estamos volviendo, me caigo al agua y me hundo. Cierro la boca y dejo una abertura ínfima para poder filtrar aire, para emular unas branquias, que se me hinchen los pulmones y volver a flotar. Mi cuerpo choca con algo de vidrio en el fondo y me asusto porque creo ver una casa de vidrio con luces amarillas adentro, velas. Salgo a la superficie, y en un muellecito está mí abuela en malla. Le cuento lo que pasó y me dice “No sabías que existe la casa de abajo del agua? Si vinimos a esto!!”. Pero yo no le creo. Siento que me están tomando el pelo. Todos me empiezan a insistir que vaya, que baje. Yo no quiero, me da miedo, y además, sigo dudando de si existe. Unas maderas del muelle se rompen bajo mi cuerpo y me caigo al agua. Santi aprovecha para insistir y tirarme hacia abajo. Yo me resisto, abajo del agua se ve todo sepia, y me doy cuenta que tengo puestas las mangas de red. Salgo a la orilla y me meto a la cabaña, busco info en la compu a ver si hay fotos o algo sobre la casa de abajo del agua, pero justo entra JuanMa Paez y me da vergüenza que me vea buscando, así que cambio de pestaña.