Llueve y estoy perdida en MDP. Con lo que ODIO Mar del Plata… Paso por lo de Melina y sigue embarazada pero su panza es transparente y puedo ver a Gaby. “Qué bueno que viniste, tengo tu saco para devolverte», me dice y saca del ropero un saquito marrón, tejido, cruzado, con un lazo y algunos brillitos.
Vamos a la playa con Mercedes, su mamá. Nos metemos al mar. Se vino un tsunami en la playa pero no nos damos cuenta porque no llegó la ola todavía. Primero están llegando animales. Estamos nadando, y al lado nuestro hay un lobo marino enorme. Con unos dientes como los del Zunga. También muchos peces. MUCHOS.
Cuando vemos que viene la marea salimos del agua corriendo. Se revuelve hasta la arena y sale de abajo un mamut, tamaño pony, vivo y barritando. Nos vamos corriendo a refugiarnos en una cabaña. Ahí están mis abuelos y mis viejos. Mi mamá está contenta de verme pero muy celosa porque la panza de Melina es transparente y la de mi hermana no. «Sabes que? No me importa, porque yo tengo un mamut chiquitito», me dice mi madre. Lo saca de la pieza y lo muestra en sociedad. Era el mismo mamut que salió de la arena. Me cuenta que lo encontró en la playa y que se va a hacer millonaria por tener un mamut enano VIVO. Le puso de nombre ELVIS. “Me cagaste el nombre del gato!!”, le digo yo. Ofendida, me pongo un sombrero de copa y me voy enojada bajo la lluvia.