28 de noviembre de 2021

Estoy de viaje con Panu, pasamos por la puerta de un Lidl dispuestos a comprar comida, pero cuando entro, están unas personas limpiando y las luces apagadas. «Ah, están cerrando» le digo a Panu, desde adentro alguien, quizás una encargada, me pregunta qué queríamos. Le digo que no se preocupe que nos buscamos otro lugar. La mujer insiste, insisto yo con que nos vamos. La chica de la caja tiene cara de orto. Le digo que bueno, que me de por lo menos esas facturas que tiene en el mostrador, que son como unas berlinesas pero más chicas, bañadas en chocolate. Se nota que están un poco calientes. La chica me dice que ya cerró la caja. Le digo «qué pena» y que por lo menos me deje ir al baño.

Para ir al baño, hay que salir hacia la izquierda, pasar la estación de servicio y como a la mitad de un pasillo hay una puerta. Entro ahí y la chica ya me está esperando. Hay muchos baños tipo cubículo pero solo dos funcionan. De los que funcionan, uno no tiene inodoro ni nada. Mientras espero que se desocupe el baño con inodoro, me miro los pies y voy descalza. Los tengo llenos de pelos abajo, como si hubiera entrado a una peluquería con los pies mojados. Me los empiezo a quitar, pisando con el otro pie los extremos. Aparece Leti. Me pregunta si pudimos comer los panqueques de chocolate. Le digo que no, que justo estaban cerrando.

En la pared de enfrente de los baños, hay colgado un libro enorme. Lo empiezo a ojear y parece que se va a caer. Salgo y Panu está comiendo panqueques. Le digo «A mí no me tocó!!!» y me convida un pedacito.

Michael Scott, Kevin y Pam, vienen con nosotros, nos sentamos en una plaza, y ellos ponen a cargar los celulares abajo de las hojas de unas plantas. En otro lado, otras plantas, con flores que parecen bidones chiquitos, reproducen música y largan líquido de colores.

Bárchufla
Bárchufla