Vamos a cenar a la casa de alguien y nos dicen que hay que participar en el juego del jardín. Salimos y hay una galería apenas iluminada, con tres sectores de luz. Si mirás hacia los lados, se ven sombras que denotan un laberinto de arbustos, y se divisan algunos murciélagos volando. El juego consiste en que cada grupo debe recorrer el laberinto buscando cosas y cuando commience a sonar la música, volver a su sector de luz y hacer una coreografía elegida por nosotros.
Leti ya está en un grupo y tiene su propia córeo. Yo no sé con quién estoy pero no se nos ocurre nada. Le digo «Sabes jugar al mensú? Porque podríamos usar eso como córeo». Me dice que no… Qué frustración. Hay un bebé muy hermoso y regordete que explica algunas partes del juego como si fuera un adulto.