Tocan el timbre. Entra un señor de traje con un maletín que viene a ver a mi papá. Se sientan en la mesita del comedor viejo. La mesa es de esas de camping que se cierran como valijitas. Enfrentados, los veo de perfil susurrando. El señor le pasa a mi viejo, por debajo de la mesa, una escopeta. Es evidente que es para matarme. Es evidente también que se dio cuenta que estoy espiando y no va a perder el tiempo. Se levanta determinado hacia la puerta. Yo no sé para dónde correr. Dudo una milésima de segundo. Decido quedarme quieta en la esquina donde está colgado el teléfono inalámbrico, con los esquíes puestos y los bastones en la mano, en pose de curva peligrosa. Parezco un maniquí. Él no se da cuenta y sigue de largo!! JAJAJAJJAA