31 de enero de 2014

Voy con Noe, (la Noe de un laburo), y Mariano Mollo a una previa en la casa de un amigo de ellos. Llevamos bebidas en una bolsa de cartón enorme. Dejo las botellas en la mesa y doblo la bolsa en cuatro.
Los tres vamos aparte a la fiesta, porque vamos en tren. La estación parece un patio de entrenamiento de un colegio. Se empieza a armar revuelo por un reclamo sobre no sé qué. En los techos hay milicos con armas apuntándonos. Estamos asustados, y yo le quiero avisar a Panu, pero no encuentro mi celular. Creo que lo perdí.
– No te preocupes, Barbi – me dice Marian – Ya nos vamos.
Se abre la campera de jean, y del bolsillo interno, saca un porrón, con un trapo en la punta. Es una molotov.
De la terraza lo ven, y él se esconde tras una columna.
– Estos están esperando quilombo??? Bueno… – se apoya sobre una rodilla, mientras de su sonrisa irónica cuelga un pucho con el que prende la mecha casera.
Empiezan los tiros, todos corren y gritan. Yo sigo queriendo hablar con Panu y corro mirando al piso buscando mi celular. Le pido a Noe que me ayude, no quiero que me pegue una bala sin hablar con Panu.
Otros también tenían armas como Mariano. Empiezan a estallar vidrios por todos lados. Y bengalas.
Sin embargo, finalmente, nos reducen.
Un milico enano se lleva un grupo de niños para que sean atendidos por una enfermera.
A los supuestos cabecillas se los llevan también, aparentemente para ser interrogados. Al primero, Marian. Noe está muy nerviosa y preocupada. A ella también se la llevan. Inmediatamente me vienen a buscar a mi. Qué injusto!!! Yo no hice más que correr!! Cuando llego al recinto aislado, los chicos me explican que seguramente soy sospechosa por mi extravagante collar: un estetoscopio.
– Qué tiene que ver??
– Eso te da poder sobre la vida de las personas. Y sobre la muerte – dice Noe, con un dejo de misterio.
– Pero qué voy a decir?? Yo no sé hablar inglés!!
– No, pero podés pedir un intérprete – y lo señala a Marian, que me guiña un ojo.
Cuando salimos, volvemos a la casa de la previa a buscar lo que dejamos antes de salir. Noe me trae la bolsa doblada. La abro y cae a mis manos el celular.
La casa tiene un patio grande en el medio, rodeado de ventanales altos. A través de uno de ellos veo a Panulo hablando por teléfono, nervioso. Lo llamo. Cuando ve que soy yo, sonríe y corta. Lo saludo desde el patio.

Bárchufla
Bárchufla

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