5 de agosto de 2022

Mi primo Federico tiene 15 años y está encerrado en mi habitación de Humberto con otros chicos, haciéndole bullying a alguien por ser gay. Me meto y le digo que yo soy bisexual, a ver si se anima a tratarme así a mi. Lo reto, enojada pero contenida.

En un cuartucho donde se guardan las sillas plegadas de un bar, hay una puerta de metal liso, negra. Todos los que entran ahí se pierden en una neblina negra donde no se ve nada. Adentro hay un monstruo, un ente que te absorbe todos los malos recuerdos y te deja solo con lo lindo. La gente tiene miedo porque los que entran no salen más. Pareciera que mueren pero en realidad es porque no quieren salir. Meto la mano en la oscuridad y agarro a alguien, que sale sonriente pero apenas se ilumina con la luz del cuartucho, se le va la sonrisa y quiere volver a meterse con el monstruo, porque ahí todo es más fácil, y porque afuera se sienten idiotas.

Bárchufla
Bárchufla

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